Matthew 19

IV. MINISTERIO DE JESÚS EN JUDEA

Indisolubilidad del matrimonio

1Cuando Jesús hubo acabado estos discursos partió de Galilea, y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 2Le siguieron muchas gentes, y las sanó allí. 3Entonces, algunos fariseos, queriendo tentarlo, se acercaron a Él y le dijeron: “¿Es permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” 4Él respondió y dijo: “¿No habéis leído que el Creador, desde el principio, varón y mujer los hizo?
4 ss. Véase Gn. 1, 27; 2, 24; 1 Co. 6, 16; 7, 10; Ef. 5, 31; Dt. 24, 1- 4; Mt. 5, 31 y nota.
5y dijo: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. 6“De modo que ya no son dos, sino una carne. ¡Pues bien! ¡Lo que Dios juntó, el hombre no lo separe!” 7Dijéronle: “Entonces ¿por qué Moisés prescribió dar libelo de repudio y despacharla?” 8Respondioles: “A causa de la dureza de vuestros corazones, os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9Mas Yo os digo, quien repudia a su mujer salvo el caso de adulterio, y se casa con otra, comete adulterio, y el que se casa con una repudiada, comete adulterio”. 10Dijéronle sus discípulos: “Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene casarse”. 11Pero Él les respondió: “No todos pueden comprender esta palabra, sino solamente aquellos a quienes es dado. 12Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda”
12. La virginidad es el camino más perfecto, pero no todos son llamados a él, porque no somos capaces de seguirlo sin una asistencia especial de la gracia divina. Véase 1 Co. 7, 5.
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Privilegios de los niños

13Entonces le fueron presentados unos niños para que pusiese las manos sobre ellos, y orase (por ellos); pero los discípulos los reprendieron. 14Mas Jesús les dijo: “Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”
14. Muchas veces nos exhorta Jesús a la infancia espiritual, porque ella es el camino único para llegar a Él (18, 3). Santa Teresa del Niño Jesús extrajo esta espiritualidad como esencia del Evangelio y Benedicto XV la llama “el secreto de la santidad”.
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15Y les impuso las manos y después partió de allí.

El joven rico

16Y he ahí que uno, acercándose a Él, le preguntó: “Maestro, ¿qué de bueno he de hacer para obtener la vida eterna?” 17Respondiole: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?
16 ss. Véase Lc. 18, 18 ss. y notas. Acerca de lo bueno ; en S. Lucas: ¿Por qué me llamas bueno? En ambos casos Él nos enseña que la bondad no es algo en sí misma, como norma abstracta, sino que la única fuente y razón de todo bien es Dios y lo bueno no es tal en cuanto llena tal o cual condición, sino en cuanto coincide con lo que quiere el divino Padre (cf. Sal. 147, 9 y nota). “Alejémonos hermanos queridísimos, de esos innovadores que no llamaré dialécticos sino heréticos, que en su extrema impiedad sostienen que la bondad por la cual Dios es bueno, no es Dios mismo. Él es Dios, dicen, por la divinidad, pero la divinidad no es el mismo Dios. ¿Tal vez es ella tan grande que no se digna ser Dios, ya que es ella quien lo hace a Dios?” (S. Bernardo).
Uno solo es el bueno. Mas, si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos”.
18“¿Cuáles?”, le replicó. Jesús le dijo: “No matarás; no cometerás adulterio; no robarás; no darás falso testimonio; 19honra a tu padre y a tu madre, y: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 20Díjole entonces el joven: “Todo esto he observado; ¿qué me falta aún?” 21Jesús le contestó: “Si quieres ser perfecto, vete a vender lo que posees, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. 22Al oír esta palabra, el joven se fue triste, porque tenía grandes bienes.

Peligros de las riquezas

23Después dijo Jesús a sus discípulos: “En verdad, os digo: Un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. 24Y vuelvo a deciros que más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”. 25Al oír esto, los discípulos se asombraron en gran manera y le dijeron: “¿Quién pues podrá salvarse?” 26Mas Jesús, fijando los ojos en ellos, les dijo: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”
26. Para Dios todo es posible: ¡Qué inmenso consuelo para cuantos sentimos nuestra indignidad! Notemos que no dice esto el Señor aludiendo a la omnipotencia que Dios tiene como Autor y Dueño de la creación, sino a su omnipotencia para dar la gracia y salvar a quien Él quiera, según su santísima voluntad. ¡Qué felicidad la nuestra al saber que esa voluntad es la de “un Padre dominado por el amor”! (Pío XII). Cf. Rm. 9, 15 ss.
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Recompensa del seguimiento de Jesús

27Entonces Pedro respondió diciéndole: “Tú lo ves, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué nos espera?” 28Jesús les dijo: “En verdad, os digo, vosotros que me habéis seguido, en la regeneración
28. En la regeneración: esto es, en la resurrección; según S. Crisóstomo, en la regeneración y renovación del mundo en el día del Juicio. Cf. Lc. 22, 30; Jn. 5, 24; Hch. 3, 21; Rm. 8, 19 ss.; 1 Co. 6, 2 s.; 2 Pe. 2, 4; Judas 14; Ap. 20, 4; 21, 1 y notas. Doce tronos: en Lc. 22, 28, no se fija el número.
, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, os sentaréis, vosotros también, sobre doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel.
29Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre
29. Véase Mc. 10, 30. Como se ve, estas recompensas extraordinarias no son prometidas, como a veces se cree, por toda obra de misericordia, sino para los que se entregan plenamente a Jesús, dentro de la vida religiosa o aun fuera de ella. Cf. Lc. 18, 29 s.
, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna.

30Y muchos primeros serán postreros, y (muchos) postreros, primeros”.
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